Santa Eulalia de Bóveda, un santuario tardo-romano único

18 julio, 2018

Foz es un lugar ideal para pasar unas vacaciones, gracias a su belleza, su excelente oferta de alojamiento y, sobre todo, a su privilegiada ubicación, desde la que se puede acceder a muchos monumentos y lugares de interés. En esta ocasión, nos vamos de excursión a Santa Eulalia de Bóveda, un santuario situado a tan solo 14 kilómetros de Lugo. ¿Quieres venir con nosotros a conocerlo?

Qué es Santa Eulalia de Bóveda

Se trata de un santuario tardo-romano que data del siglo III y que en su origen estuvo dedicado a la diosa Cibeles. Más adelante se remodelaría con el fin de dar culto a Santa Eulalia, quien le otorga su nombre a día de hoy.

Entrada a Santa Eulalia de Bóveda
Wikimedia Commons

Tiene una planta rectangular con una piscina en el centro cubierta por una bóveda de cañón. En el atrio, dos columnas preceden a su puerta principal, que tiene forma de arco de herradura. Este arco es el más antiguo de la arquitectura española, pues solo se había visto algo similar en estelas romanas.

De hecho, hablamos de una construcción muy especial, ya que no hay ninguna obra arquitectónica llevada a cabo por los romanos que sea siquiera similar a este antiguo santuario dedicado a la diosa Cibeles.

En principio, el edificio tenía dos plantas, pero hoy solo conserva una, aunque en su estado original salvo la parte central de la bóveda. Del piso superior solo quedan resquicios del muro en el que iniciaba la bóveda.

Y de él destacan, además, sus abundantes y singulares pinturas murales. Pinturas que representan aves, desde perdices y faisanes a pavos reales (símbolo de la diosa) o palomas. Todas entre motivos vegetales.

Aunque se ha prestado atención a este edificio por lo atípico de sus formas, hay rasgos que podrían hacer pensar que no todos provienen del mundo romano, sino que podrían ser de la Edad Media e incluso de algún templo pagano que acabaría reconvertido en templo en honor a Santalla (Santa Eulalia), que además es el vocablo que le da nombre a la aldea.

Cuándo se descubrió

Pinturas en Santa Eulalia de Bóveda
Ángel M. Felicísimo / Wikimeda Commons

Aunque no se empezó a estudiar esta magistral obra de arte hasta 1947, se descubrió en el año 1926, cuando un párroco, al excavar junto a la iglesia, la encontró por casualidad. Dio parte de ello al obispado y pronto empezaron los trabajos de investigación.

Este fue el primer descubrimiento oficial, aunque muchos afirman que una década antes sucedió otro mientras se buscaba un templo antiguo que se creía estaba bajo la parroquia. En la búsqueda aparecieron objetos que podrían haber sido de este santuario, pero que desparecieron y nunca más se habló de ellos.

El agua se reveló como principal protagonista bajo y alrededor de la construcción, lo cual parecía indicar que estaba relacionada con los cultos de los romanos. En menos de tres años se exhumaron todos los restos encontrados en la zona y se comenzaron las primeras restauraciones.

Su interés es tal que muy pronto, en el año 1931, ya fue declarado como Monumento Histórico Artístico y en 1997 como Bien de Interés Cultural.

La importancia del agua en los cultos del santuario Santa Eulalia de Bóveda

Santa Eulalia de Bóveda
amaianos / Flickr.com

Se cree que la construcción de este templo tuvo la principal labor de captar aguas, ya que había una red laberíntica de canales por los que el agua pasaba y llegaba a una piscina de la que aún no se sabe si era utilizada como santuario, fuente, balneario o estanque.

Se cree que el agua era protagonista principal de la adoración a Cibeles, en cuyo honor se sacrificaban animales vivos. Hay muchas teorías sobre el uso de esta magnifica obra de arte, lo que sí queda claro es que es un monumento digno de ver.

Por eso, si estás de vacaciones en Foz o sus alrededores no dejes de visitar el santuario de Santa Eulalia de Bóveda, un bello ejemplo de arquitectura romana que no verás en otro lugar. Disfruta de la paz y la espiritualidad que su entorno desprende mientras te sumerges en la historia de nuestros antepasados.

Fotografía principal: Ángel M. Felicísimo / Wikimedia Commons