El origen de los castros gallegos
Los castros son antiguos poblados fortificados. La mayoría se construyeron en época prerromana y de ellos hay restos repartidos por toda Galicia.
Los castros gallegos son uno de los elementos patrimoniales más característicos del paisaje de esta comunidad. Y también son todo un emblema de la historia más antigua de este territorio. Sí, porque según los expertos en la materia, nos pueden trasladar hasta la Edad de Hierro y la del Bronce. Más o menos, allá por el siglo VI antes de Cristo.
No todos son tan antiguos, ya que los hay de centurias posteriores. Incluso esa cultura castreña convivió con la época de la conquista romana que tantas joyas arquitectónicas iba a dejar en nuestra tierra, desde las propias murallas de Lugo hasta la Torre de Hércules a las afueras de A Coruña.
¿Qué eran los castros gallegos?
La respuesta a esta pregunta es muy sencilla. Los castros gallegos eran las poblaciones de las originales gentes de estas tierras. Unos pueblos prerromanos, los indígenas al fin y al cabo de Galicia. De Galicia y de otras zonas cercanas, ya que se han encontrado yacimientos similares en el norte de Portugal, en la vecina Asturias, en la zona de León e incluso en lugares más lejanos de Cantabria y hasta de Ávila.
¿Dónde se encuentran los castros gallegos?
Los restos de la cultura castreña han aparecido repartidos por prácticamente todo el territorio gallego. Si bien, los castros más carismáticos son los que se encuentran en lo alto de las colinas y en enclaves que forman espolones o penínsulas sobre la costa marítima. En este último caso entra el castro que tenemos en el término de Foz, el de Fazouro, del que os volveremos a hablar más adelante.
Y la pregunta es, ¿por qué se elegían estas ubicaciones tan inaccesibles? Pues precisamente por eso, porque eran tan difíciles de atacar como sencillos de defender. Pero además, ese emplazamiento de los castros gallegos les permitía a sus ocupantes vigilar el entorno, tanto sus tierras de cultivo como sus áreas de pesca o sus pequeños puertos.
Y ¿cómo son?
Si la ubicación de los castros gallegos es una de sus características más diferenciales, también lo es la arquitectura circular de sus viviendas, agrupadas en un urbanismo de apariencia caótica, pero formando todo un conjunto que quedaba protegido por un amurallamiento externo e incluso por un foso.
Esas murallas a veces tenían más una función de imagen y de estatus que realmente práctica, pero está claro que todos los castros gallegos la tenían. Lo que variaba dentro era el número de construcciones circulares que había.
Eran las viviendas familiares, con una habitación única. Y la gran sorpresa que han dado los estudiosos, es que eran casas pintadas. No tenían el aspecto de la piedra cruda o del adobe, sino que se han hallado vestigios de pintura azul, blanca y roja.
Algunos de los más famosos castros gallegos
Como ya hemos dicho, hay restos de castros gallegos por las cuatro provincias de la comunidad autónoma. Por ejemplo, en A Coruña está uno de los más emblemáticos de este patrimonio, como es el castro de Baroña, con unas increíbles vistas sobre la costa del océano Atlántico.
Mientras, en la provincia de Pontevedra hay castros de un enorme valor histórico. Podríamos nombrar varios, pero nos quedamos con el de Santa Tecla en A Guarda y el de Troña en Mondariz. E igualmente, en el interior hay bellos castros gallegos, como el de San Cibrao en las tierras orensanas.
Y por supuesto los hay en Lugo. Están el castro de Viladonga en Terra Chá o el de Fion junto al río Miño. Pero está claro que de todos los castros gallegos, nuestro favorito está aquí, en Foz,es el castro de Fazouro.
El de Fazouro es uno de los mejores ejemplos de castro junto al mar. Y perduró mucho en el tiempo, ya que se tiene constancia de que siguió ocupado hasta el siglo III, mucho después de que ya se hubieran marchado de Galicia las tropas romanas. ¡No te pierdas las visita la Castro de Fazouro durante tus vacaciones en Foz!