Visitamos las termas romanas de Lugo
Las termas romanas de Lugo son otro de los muchos legados que la civilización de la Antigua Roma dejó en esta ciudad gallega. Ya conocíamos sus impresionantes murallas rodeando todo el núcleo antiguo. Pues ahora ha llegado el momento de descubrir su zona de termas, cercanas al curso del río Miño.
La antigüedad de las termas romanas de Lugo
La creación de las termas romanas de Lugo data prácticamente de los mismos orígenes de la ciudad. La urbe se fundó hacia el año 15, durante el reinado del emperador Augusto, cuyo nombre aparece en la denominación latina de Lugo, Lucus Augusti. Pues prácticamente al mismo tiempo ya se construyeron las primeras termas que hubo aquí.
La razón es que en este emplazamiento descubrieron la existencia de aguas termales y con propiedades curativas. Algo que, sin duda, los romanos, tan aficionados al termalismo, no pudieron dejar de utilizar. Si bien es cierto que las termas romanas de Lugo que hoy se visitan son una obra un poco posterior, ya que se estima que fueron construidas hacia el siglo II.
Y como ocurre con otras obras contemporáneas de la ciudad, como por ejemplo el puente o las murallas, también las termas romanas de Lugo siguieron en uso durante siglos.
Las termas romanas de Lugo en la actualidad
Hoy en día ya no son practicables, y se conservan en forma de magnífico yacimiento arqueológico. No obstante, no pueden tener mejor ubicación. Se encuentran junto al río y a unos minutos del centro lucense. Y actualmente forman parte del Hotel Balneario de Lugo, donde se siguen ofreciendo baños termales y tratamientos.
Además, hay que mencionar que es posible visitar las termas romanas dentro de unos horarios fijos. Una visita que se puede hacer sin necesidad de ser huésped del balneario. De manera que si se hace una excursión a la capital de la provincia desde Foz no hay excusa para no visitar las termas romanas de Lugo.
La visita al yacimiento
De todas las partes que componían las termas romanas de Lugo, con sus diferentes zonas de baño e instalaciones, lo que mejor se conserva es el antiguo vestuario. O lo que es lo mismo, el apodyterium. Allí todavía se aprecia el peculiar enlosado del suelo, así como hay una pared plagada de hornacinas, que hacían las funciones de taquillas para guardar las ropas y pertenencias de las personas que acudían a los baños.
Aunque no es lo único que se conserva de las termas romanas de Lugo. También es reconocible una sala abovedada de los baños. Es una de las tres que habría, ya que siempre existían tres espacios distintos. Cada una de ellas con el agua a diferentes temperaturas. Esas tres salas eran el frigidarium con agua fría, el tepidarium más templado, y el caldarium, ya con agua caliente.
En definitiva, que si se hace una excursión a Lugo desde Foz es imprescindible empaparse de la larga historia de esta población, plasmada en unos monumentos excepcionales como son sus murallas o su puente sobre el Miño. Pues bien, a eso ya sabéis también hay que sumar la visita a las termas romanas de Lugo.
Fotografía principal: Antonio Costa – Wikimedia Commons